El fútbol viable

07.08.2014 19:23

Alejandro Sosa San Martín - Foto: César Gamarra

En vísperas del inicio de una nueva temporada del fútbol uruguayo profesional, un tema recurrente en estos últimos años ha vuelto a estar sobre el tapete: la agonía de ciertos clubes que deben abonar elevados montos de dinero para poder comenzar la temporada. Como refleja el excelente informe elaborado por el periodista Gerardo Bassorelli y publicado en La República (www.republica.com.uy/en-15-anos-39-clubes-no-pudieron-jugar-por-deudas-15-desaparecieron/), cuya lectura recomiendo, esta realidad se ha agudizado en los últimos años.

La pequeñez del mercado futbolístico uruguayo, la emigración temprana de los mejores exponentes, la desproporcionada cantidad de equipos montevideanos en las divisionales profesionales que hacen a lo que llamamos "fútbol uruguayo" un fútbol prácticamente capitalino, y un largo etcétera, son explicaciones de la situación y sustento de una afirmación que, como recuerda el informe de Bassorelli, acuñó el Cr. José Pedro Damiani hace ya muchos años: "el fútbol uruguayo es económicamente inviable".

Y sin embargo, frente a esta realidad que rompe los ojos, hay otra que la contradice: el fútbol uruguayo sobrevive.

La síntesis de estas dos verdades se encuentra, creo, matizando la afirmación respecto a la viabilidad económica del fútbol: lo que resulta inviable es su estructura. Y en aras de visualizar una salida a esta realidad, es necesario marcar el único detalle que el citado informe omite: hay tres de los quince equipos que han "desaparecido" (Bella Vista de Paysandú, Frontera de Rivera y Parque del Plata), que en realidad han optado por continuar compitiendo en el marco de la Organización del Fútbol del Interior. Hay otros cinco clubes (Rivera Livramento, Salto F.C., Paysandú F.C., Deportivo Colonia y Durazno F.C.), que han significado intentos de incorporar equipos representativos de departamentos que no han logrado sostenerse en el profesionalismo. Queda claro que, una de las principales explicaciones para la agudización de esta realidad, radica en el modelo de integración del fútbol del interior al profesionalismo que se ha implementado.

El formato de integración vigente desde 1999 constituye un modelo de incorporación de equipos del interior al fútbol profesional que, si bien no debería ser descalificado absolutamente, no ha mostrado logros significativos a más de una década de establecido. Hazañas deportivas como el título de Rocha F.C. en 2005, la participación de Cerro Largo F.C. en una Copa Sudamericana en 2012 o buenas actuaciones de equipos del interior tanto en Primera como en Segunda División Profesional, lejos de demostrar el éxito del modelo, demuestran el potencial futbolístico aún desaprovechado que existe en el interior del país.

La falla originaria, que ha obturado la concreción de los objetivos del proyecto, radica en la pretensión de forzar la realidad para que se parezca a una idea. El sueño de un equipo profesional-selección por departamento, compitiendo de igual a igual con los equipos profesionales de la capital, sólo se ha podido concretar en algunos casos, y su capacidad para sostenerse está severamente cuestionada. Tacuarembó F.C., Rocha F.C. y Cerro Largo F.C. son los únicos intentos por conformar equipos representativos de todo un departamento que hasta el momento sobreviven.

Y mientras tanto, las selecciones departamentales siguen acaparando la atención de la afición local cada verano, y los campeonatos de clubes durante el año. En ciertos casos, el nivel de los equipos del interior iguala o supera al de los de la Segunda División Profesional, y la Copa Nacional de Clubes resulta un desafío deportivo mucho más atractivo y viable para las instituciones. Sólo por ejemplificar, para un equipo grande del interior como Atenas de San Carlos, la experiencia profesional ha resultado un esfuerzo económico deportivamente poco redituable hasta el momento. Deambular de una divisional a otra, esperar años por una buena figuración en el ostracismo deportivo, es mucho menos atractivo que diputar torneos con posibilidades de éxito. Equipos grandes, tanto a nivel de selecciones como de clubes, no atraen cuando su objetivo máximo es sostenerse en el profesionalismo, alcanzar un ascenso o salvar un descenso.

Repetimos: no se trata de desandar lo andado, pero es hora de pensar en ideas nuevas, en caminos complementarios para la integración. Rastreando nuevas ideas, señalamos un dato que pasa casi inadvertido: varios equipos montevideanos participan de ligas afiliadas a la Organización del Fútbol del Interior, e incluso algunos han participado de la Copa Nacional de Clubes, asociada al fútbol del interior y organizada por la institución rectora del mismo, como por ejemplo Estrella del Norte de Villa Colón y Juvenil 16 de Villa Don Bosco en ediciones recientes. Como se ve, a ciertas escalas, la integración funciona sin ser forzada.

Ante estos hechos es que nos preguntamos: ¿no es posible pensar en una integración de base, que incorpore al fútbol amateur de Montevideo?; ¿no es más viable que el fútbol amateur en su conjunto disponga de medios deportivos y de mecanismos idóneos para procesar el pasaje al profesionalismo de sus mejores exponentes?; ¿no ampliaría las posibilidades de difusión y el interés de la afición deportiva una organización nacional del fútbol no profesional?

Y vamos más allá: ¿además de la Segunda B Amateur, no podrían otras ligas montevideanas ser parte de la estructura del fútbol no profesional? ANFA, la Liga Punta Carretas, la Liga Guruyú, la Liga MVD, la Liga UY, la Liga América, la Liga 21, la Soccer Liga, la Liga Integración y la Liga Universitaria, ¿no son una muestra de que sí pueden haber tantos equipos en Montevideo pero en el marco de otra estructura? Sin pretender modificar los formatos organizativos de cada liga, y conscientes de que existen diferencias notorias entre los niveles de unas y otras, creemos que la unidad puede resultar provechosa en la formación de los profesionales que trabajan en ellas, en el intercambio de recursos, en el intercambio deportivo, y en la construcción de una cultura futbolística integrada e integradora.

Pasar entonces al profesionalismo en estas condiciones, más que un salto al vacío sería el resultado conjunto de méritos deportivos y generación de condiciones que prefiguren el tránsito. Una "liga mayor" del fútbol amateur nacional, un apoyo económico a los equipos que den el salto al profesionalismo, una competencia atractiva a la que retornar si los resultados en el profesionalismo no son los esperados, pueden resultar aspectos sustanciales para lograr una integración sostenible y fundada en raíces firmes, que priorice la planificación y la viabilidad por sobre la improvisación.

Habrá que considerar aspectos organizativos, logísticos y económicos, habrá que sumar voluntades políticas a la iniciativa. A este boceto de propuesta, para poder ser discutido, le faltan muchos trazos firmes. Pero si estas líneas son al menos consideradas para ser polemizadas, habrán cumplido con su objetivo.

 


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