Otra historia

28.01.2015 07:30

Por Alejandro Sosa San Martín - Fotos: César Gamarra

Uruguay comenzó su participación en el hexagonal final del Campeonato Sudamericano Sub-20 igualando ante Brasil 0 a 0. Ante un rival al que en la primera fase la juvenil celeste derrotó de manera inobjetable, jugando su mejor partido del certamen, el equipo dejó una imagen distinta respecto a la de encuentros anteriores, menos lucida, pero no por eso mala. El resultado tampoco es negativo, ya que si bien siempre es bueno comenzar ganando, no se perdió ante uno de los candidatos y la paridad registrada en la primera fecha deja el panorama abierto de cara a las próximas etapas.

El partido se presentó desde el inicio con características muy diferentes al jugado en la fase inicial. Brasil tomó nota de la presión que Uruguay ejerce habitualmente en la mitad de la cancha y buscó poblar de hombres esa zona del campo, apelando incluso al juego brusco cuando no pudo cortar con marca los circuitos futbolísticos celestes.

Sin la posibilidad de recuperar y salir con velocidad a través de los volantes centrales Nahitan Nández y Mauro Arambarri, al conjunto dirigido por Fabián Coito le resultó difícil hacerle llegar la pelota a sus delanteros. Facundo Castro y Gastón Pereiro aparecieron por momentos retrasados en la cancha buscando participar del juego, y de esta manera el equipo perdió profundidad y volumen en el ataque. El principal argumento ofensivo de Uruguay en la primera mitad fue el juego aéreo en la ejecución de pelotas quietas, a partir de las muchas infracciones que los norteños cometieron durante ese período.

Brasil tuvo las aproximaciones más peligrosas del primer tiempo, pero se encontró con una gran noche del arquero Gastón Guruceaga, que a los 27 minutos le ahogó el grito al delantero brasileño Thalles con una gran atajada.

En el segundo tiempo, Brasil apareció mejor parado que Uruguay en los primeros minutos, manejando la pelota y llegando sobre el arco celeste. La actuación del guardameta Guruceaga fue clave durante ese lapso del partido, siendo sus atajadas la explicación de que se mantuviera la igualdad en el marcador.

Pero con el paso de los minutos, al influjo de las corridas de Castro, de la búsqueda de Pereiro, muchas veces poco acompañado, y del buen ingreso de Rodrigo Amaral en el partido, Uruguay se adelantó en la cancha y comenzó a generar llegadas sobre el arco rival. La oportunidad más clara de gol para los celestes fue un remate a quemarropa de Facundo Castro desde la derecha, que el portero Marcos desvió al tiro de esquina.

Sobe el final, ambos equipos comenzaron a valorar el punto que estaban obteniendo y, si bien en el plano de las intenciones fue Uruguay el que más vocación ofensiva tuvo, comenzó a cuidar el balance defensivo en sus avances, que por pasajes del segundo tiempo había descuidado exponiéndose al contragolpe de Brasil.

Empate justo por lo que fue el trámite del partido. Presentación más que aceptable de Uruguay, que tanto en el resultado como en el rendimiento demostró, sin repetir lo que lo hizo ser el mejor equipo de la primera fase, que está en condiciones de aspirar al título de campeón. Comenzó otra historia, mucho más difícil y disputada, y la celeste está en carrera para ser su protagonista principal.


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